¿Para qué la Inteligencia Emocional?

¿Quién no ha oído hablar de la Inteligencia Emocional?

Desde hace mucho tiempo se considera que un alumno es inteligente cuando domina sin dificultad los contenidos y conceptos propios de diferente materias. La Inteligencia por tanto se puede medir en los resultados académicos de dicho alumno.

Es mas podemos medirla mediante un coeficiente C.I, (Coeficiente Intelectual), que a través de unos baremos nos cuantifica la inteligencia de esa persona. Por tanto aquella persona que tiene el C.I mas elevado es la mas inteligente y por tanto puede dominar sin problemas cualquier aprendizaje.

Está claro que este modelo hace tiempo que entró en crisis y está demostrado que tener un alto Coeficiente Intelectual no es sinónimo de triunfo profesional o de éxito personal. Además de la expuesta anteriormente hay otra razón para que el viejo concepto de Inteligencia este en desuso,

y es que ni la inteligencia ni el CI de las personas contribuye de manera determinante en nuestro equilibrio emocional ni nuestra salud mental, sino que necesitamos otras habilidades sociales y emocionales.

En el contexto en el que nos damos cuenta de la importancia de las emociones es cuando surge el concepto de Inteligencia Emocional

La inteligencia es la habilidad de resolver problemas adaptándonos a las circunstancias. Cuando estos problemas son de tipo emocional necesitamos poner en práctica habilidades emocionales para alcanzar altos niveles de satisfacción y desarrollo personal.

Ser emocionalmente inteligente consiste en mantener una armonía entre las emociones negativas como la ira, la frustración, la ansiedad, los celos, el odio, la frialdad, la arrogancia, la pena, etc. facilitando el paso a las emociones positivas, como altruismo, alegría, generosidad, humildad, tolerancia, etc.

Por ello, debemos sustituir unas por otras y expresarlas adecuadamente respetando nuestros derechos y los derechos de los demás. Una actuación inteligente consiste en saber identificar bien el origen y la naturaleza de las emociones en nosotros mismos para poder controlarlas de manera reflexiva, estableciendo relaciones adecuadas entre los pensamientos, las emociones y el comportamiento como una forma de orientar la vida personal.

Me gustaría que la Inteligencia Emocional pudiera cultivarse en las escuelas como una asignatura más, enseñando a los niños desde pequeños a identificar sus propias emociones y poder desarrollar aquellas habilidades emocionales que les permitan ser Emocionalmente Inteligentes, y por tanto, adultos en el futuro con un nivel de madurez responsable que les permita ser personas felices y por tanto que puedan relacionarse con los demas de una manera sana y positiva.

Igualmente seria maravilloso que los docentes también tuvieran formación adecuada para desarrollar estas herramientas emocionales tan importantes para una salud mental equilibrada.

En definitiva, que todo está dentro de nosotros, que buceando en nuestro interior encontraremos las respuestas que buscamos pero que no viene mal aprender algunas habilidades que nos permitan gestionar de manera "inteligente" nuestras emociones.

Hasta pronto y gracias por vuestra visita.